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Lo Que Arde

Hollywood en el balcón: el like como alimento y el feed como altar

Ilustración digital de estilo pop y colores saturados que muestra a una persona con peluca rosada, gafas de sol y camisa amarilla mirando su teléfono móvil. Desde los ojos le cae un líquido púrpura brillante hacia la pantalla, simbolizando adicción. Detrás, sobre fondo turquesa, aparece la palabra “ADDICT” en letras grandes rosadas con la palabra “SOCIAL” escrita en verde dentro de la letra “D”.

Si hoy apagan los fueguitos, medio mundo entra en ayuno emocional


Siempre creí que las personas con fama, esas que mostraban todo, eran las de Hollywood, esas que veía por la TV cuando era chica. Pero no. resulta que ahora todos tienen su propio reality en 1080p. Hoy cualquiera tiene su alfombra roja portátil y su plano cenital de “mañana productiva”.

Y en parte está bien, ¿no?

El sueño americano democratizado: todos protagonistas, nadie mirando.

Y me parece bien: el estrellato al alcance de todos quienes gocen de batería y frontal limpia.

Hay algo tierno en tanto entusiasmo, en esa fe desmedida de que la cotidianidad, bien encuadrada, puede volverse trama.

Yo los aplaudo: lograr que la rutina parezca un tráiler ya es cine experimental.

Documentar la vida o documentarse vivos… al fin y al cabo, es lo mismo, ¿o no?



Escena 1

La persona A abre el feed, traga 47 stories y practica su cara de “no me importa” frente al celular.


Escena 2

La persona B reserva mesa en un restaurante con velas tristes, cubiertos pesados “para foto” y vino de etiqueta que suena a museo.

Sube la entrada con foco en el logo, etiqueta al lugar, geolocaliza “terraza privada”, mete dos adjetivos en francés y espera—en secreto—un cupón por “darles visibilidad”.

Cierra la app, cena con ansiedad y, de golpe, vomita sobre el mantel mientras su pareja no sabe cómo disimular semejante aberración. No fue por la cantidad de alcohol: fue por comer mirando vidas ajenas; el estómago no digiere comparación en tiempo real.


Escena 3

Subís algo que laburaste de verdad. Sin altar, sin cruzada.

Te cae un “👏” de un conocido. Aparece un comentario tibio de una ex que no mira nada. Y ahí se arma el teatro.


Ilustración digital conceptual que muestra una lata metálica tipo conserva con el logo de Instagram en el frente. En su interior, en lugar de alimento, hay una masa oscura llena de íconos rojos de “me gusta”. Una pequeña caña de pescar emerge del contenido, simbolizando la adicción y el consumo masivo de likes en redes sociales. Fondo degradado en tonos naranja y rojo.


Interrupción (pensamiento que se cuela):


¿Cuánto tiempo—en relojes de cocina—tarda una vida en elegir el filtro que promete mejorar el karma?

Por dios, yo con ese feed en mi negocio ya sería millonaria. ¿Qué pasa si cortan 24 horas el suministro de corazones y fueguitos?



 Armo la fila en la cabeza:


  • una “linda” refrescando la app como quien huele pan caliente,

  • una “gorda” que se ríe y vuelve a refrescar,

  • uno posando mandíbula-hombro-bíceps en sincro,

  • otra que hace puchero y toma agua mirando la cámara,

  • y al fondo, alguien que caga mientras scrollea, con la dignidad en modo avión.


    Todos esperando lo mismo: ese ding que certifica “seguís existiendo”.


Ilustración digital de estilo pop y colores saturados que muestra el torso y las piernas de una persona con camisa verde decorada con dos ojos grandes de los que caen lágrimas azules. Lleva pantalones a rayas verticales en tonos azul y verde oscuro, y sostiene un cigarrillo encendido entre los dedos. Fondo amarillo intenso que resalta el contraste visual y el tono irónico de la imagen.


Manual express para volverte un zombi del engagement (sin moral):

  1. Desayuno de notis. Abrí los ojos con la app. Si no hay fueguitos, inventalos.

  2. Almuerzo a contraluz. Comé mirando el teléfono; la acidez viene con salsita. Bonus: compartí la acidez.

  3. Cardio de comparación. Medí tu valía por cuerpos ajenos. Si la de al lado quedó más flaca, posición fetal y “algoritmo, perdoname”.

  4. Hidratación emocional. Un sorbo de validación cada 10 minutos. Si no alcanza, duplicá la dosis.

  5. Higiene nocturna. Curá la lista de “Mejores amigos” como si fuera un invernadero: lo que ocultás al resto, mostralo ahí en versión premium. Para adrenalina, mové a alguien dentro/fuera a las 2:37 AM y vigilá el pulso.

  6. Dieta de emojis. Viví de corazones y fueguitos. Si te dejan en visto, metete los dedos, lanzá todo y retomá la rutina.

  7. Postre de culpa. Decí “lo hago por mí” mirando el contador.



Cierre (sin cerrar)

No sé si esto da risa, náusea o hambre. Capaz las tres.

Sigo mirando, registro y paso.

Si mañana cortan la luz, vemos quién SOBREVIVE SIN CORAZONCITOS Y QUIÉN MUERE DE INANICIÓN CORAZONCÍSTICA. (O FUEGUÍSTICA)


Mientras tanto, el balcón sigue abierto y la fila se mueve.





Suscribite si te da la gana Y si querés seguir leyendo Total, esto no es un templo ni una clase: es un balcón en llamas con buena vista Acá hay corazón y fuego de a de veras 💛🖤😊 Lo otro… es termotanque emocional 🤪






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