Hollywood en el balcón: el like como alimento y el feed como altar
- Larisa - LoQueArde

- 21 oct
- 3 Min. de lectura

Si hoy apagan los fueguitos, medio mundo entra en ayuno emocional
Siempre creí que las personas con fama, esas que mostraban todo, eran las de Hollywood, esas que veía por la TV cuando era chica. Pero no. resulta que ahora todos tienen su propio reality en 1080p. Hoy cualquiera tiene su alfombra roja portátil y su plano cenital de “mañana productiva”.
Y en parte está bien, ¿no?
El sueño americano democratizado: todos protagonistas, nadie mirando.
Y me parece bien: el estrellato al alcance de todos quienes gocen de batería y frontal limpia.
Hay algo tierno en tanto entusiasmo, en esa fe desmedida de que la cotidianidad, bien encuadrada, puede volverse trama.
Yo los aplaudo: lograr que la rutina parezca un tráiler ya es cine experimental.
Documentar la vida o documentarse vivos… al fin y al cabo, es lo mismo, ¿o no?
Escena 1
La persona A abre el feed, traga 47 stories y practica su cara de “no me importa” frente al celular.
Escena 2
La persona B reserva mesa en un restaurante con velas tristes, cubiertos pesados “para foto” y vino de etiqueta que suena a museo.
Sube la entrada con foco en el logo, etiqueta al lugar, geolocaliza “terraza privada”, mete dos adjetivos en francés y espera—en secreto—un cupón por “darles visibilidad”.
Cierra la app, cena con ansiedad y, de golpe, vomita sobre el mantel mientras su pareja no sabe cómo disimular semejante aberración. No fue por la cantidad de alcohol: fue por comer mirando vidas ajenas; el estómago no digiere comparación en tiempo real.
Escena 3
Subís algo que laburaste de verdad. Sin altar, sin cruzada.
Te cae un “👏” de un conocido. Aparece un comentario tibio de una ex que no mira nada. Y ahí se arma el teatro.

Interrupción (pensamiento que se cuela):
¿Cuánto tiempo—en relojes de cocina—tarda una vida en elegir el filtro que promete mejorar el karma?
Por dios, yo con ese feed en mi negocio ya sería millonaria. ¿Qué pasa si cortan 24 horas el suministro de corazones y fueguitos?
Armo la fila en la cabeza:
una “linda” refrescando la app como quien huele pan caliente,
una “gorda” que se ríe y vuelve a refrescar,
uno posando mandíbula-hombro-bíceps en sincro,
otra que hace puchero y toma agua mirando la cámara,
y al fondo, alguien que caga mientras scrollea, con la dignidad en modo avión.
Todos esperando lo mismo: ese ding que certifica “seguís existiendo”.

Manual express para volverte un zombi del engagement (sin moral):
Desayuno de notis. Abrí los ojos con la app. Si no hay fueguitos, inventalos.
Almuerzo a contraluz. Comé mirando el teléfono; la acidez viene con salsita. Bonus: compartí la acidez.
Cardio de comparación. Medí tu valía por cuerpos ajenos. Si la de al lado quedó más flaca, posición fetal y “algoritmo, perdoname”.
Hidratación emocional. Un sorbo de validación cada 10 minutos. Si no alcanza, duplicá la dosis.
Higiene nocturna. Curá la lista de “Mejores amigos” como si fuera un invernadero: lo que ocultás al resto, mostralo ahí en versión premium. Para adrenalina, mové a alguien dentro/fuera a las 2:37 AM y vigilá el pulso.
Dieta de emojis. Viví de corazones y fueguitos. Si te dejan en visto, metete los dedos, lanzá todo y retomá la rutina.
Postre de culpa. Decí “lo hago por mí” mirando el contador.
Cierre (sin cerrar)
No sé si esto da risa, náusea o hambre. Capaz las tres.
Sigo mirando, registro y paso.
Si mañana cortan la luz, vemos quién SOBREVIVE SIN CORAZONCITOS Y QUIÉN MUERE DE INANICIÓN CORAZONCÍSTICA. (O FUEGUÍSTICA)
Mientras tanto, el balcón sigue abierto y la fila se mueve.






Comentarios