Zurcir el fuego
- Larisa - LoQueArde

- 12 nov
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 1 dic
No todo se empieza desde cero.
A veces se empieza desde lo roto.
Un hilo, un gesto, un resto: eso también puede sostener algo vivo.
Esta historia me encontró en un documental de Lacan,
y todavía no terminó de secarse.

Hace un tiempo, en uno de los documentales que vi sobre Lacan, apareció una historia que se me quedó para siempre (yo soy medio como una especie de fan de Jacquesito 🤭).
En ese documental hablaban pacientes suyos, alumnos, y también se intercalaban fragmentos de cuando él estaba vivo, dando clase.
Entre todo eso, alguien contó una escena que todavía no puedo olvidar.
Dicen que Lacan, el psicoanalista, una vez le ofreció un pañuelo a una paciente.
Ella estaba devastada: se le había muerto la hermana, no tenía fuerzas ni para hablar.
Lacan le alcanzó un pañuelo de tela. Viejo. Medio roto, con hilachas.
Ella pensó que era un descuido, pero igual lo aceptó.
Al llegar a su casa lo lavó, lo secó, y empezó a zurcirlo.
Dijo que fue casi sin pensar, que el hilo le fue marcando el camino.
Al coser ese pañuelo sintió que estaba reparando algo más que una tela. Lo más increíble: es la misma paciente la que cuenta la historia.
Qué loco —cómo al final ella le sacó la ficha al Jacques.
🔥 Alegoría para Lo Que Arde
Yo pienso mucho en eso cuando hablo con gente que quiere construir algo.
Un proyecto, un negocio, una marca.
A veces no empezamos desde un lugar limpio ni ordenado.
Empezamos con un pedazo de tela vieja, con algo que no está entero.
Y la tarea no es comprar otro pañuelo:
es zurcir el que tenemos.
Lavarlo, remendarlo, ponerle hilo nuevo.
Construir, a veces, es eso:
reparar lo que todavía puede sostener calor.
Y hacerlo mientras tus manos tiemblan,
porque la fe no viene antes —se hace mientras cosés.

Tal vez por eso me gusta tanto esa historia.
Porque no habla de perfección,
habla de movimiento.
De seguir zurciendo,
aunque el hilo no combine del todo.





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