Después de tanta ola feminista en todo el espectro verde,
ocupando cada rincón del discurso público…
me pregunto algo que casi nadie se pregunta:
¿Cómo se sienten los hombres en su interior?
Sin hacer sociología —no lo soy, y aunque lo fuera
no usaría conceptos fríos para nombrar algo tan íntimo—
sólo voy a describir lo evidente:
❌ generalizaciones totalizantes: “los varones son así”
❌ sospecha automática del deseo masculino
❌ vergüenza por la propia sexualidad
❌ ridiculización de la fuerza o la iniciativa
❌ incentivos al silencio: “mejor callate, seguro la cagás”
Eso pega directo en la autoestima masculina.
Cuando un varón siente que por ser varón ya es una amenaza,
empieza a borrarse de sí mismo.
Y es devastador.
Entonces llegan las fugas que nadie cuenta:
👉 culpa por existir
👉 miedo a acercarse para no “invadir”
👉 deseo apagado para no “acosar”
👉 tristeza escondida para no ser “dar lástima”
👉 escape en porno, alcohol, THC, juegos porque ahí no tienen que justificar nada
Y mientras tanto:
la cultura no enseñó herramientas emocionales
la salud mental masculina está fuera de agenda
los medios polarizan por negocio
ciertos discursos demonizan lo masculino
los varones no hablan entre sí de lo que les pasa
¿Qué hace un hombre cuando el mundo le pide que no exista y su corazón le pide que no desaparezca?
La salida no es ruido.
No es pose.
No es blindarse.
Es volver a aparecer entre otros hombres:
✅ amistades masculinas que no te suelten
✅ un espacio donde hablar no sea peligroso
✅ vínculos donde sentir sea humano
✅ referentes que no huyan de sí mismos
Y algo mínimo, pero fundacional:
preguntarle en serio a otro:
“Che… ¿estás bien? ¿Te pasa algo?”
Porque así se prende una luz.
Así vuelve el pulso.
Así un hombre deja de apagarse.
Dos hombres en apoyo — uno ayuda al otro a levantarse
Un hombre escucha al otro — apoyo entre varones
Acompañar al que cae — apoyo masculino
🔥 Si algo de esto te tocó adentro,
seguimos la conversación en Blog Ardiente.
Un refugio donde volver a encender la vida desde la raíz,
para después construir en el mundo lo que merece existir.
Desde adentro.
Sin permiso.
Sin pedir disculpas.
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